La elegancia está en la calidez. Vestir una mesa para reunir amigos o la familia debe ser un ritual sagrado. Sea una comida íntima y familiar o más elegante y sofisticada.
Los individuales en cualquier ocasión dan el tono que quiere ofrecer el anfitrión. Si la comida es elegante, individuales de lino u organdí clásicos, con servilletas haciendo juego, una porcelana delicada, y un arreglo floral que no tenga olor. No hay mesa que resista a lindos individuales.
Los manteles los sugiero más para eventos informales, en especial cuando no entran todos los invitados sentados a la mesa. Los asistentes pueden elegir dónde situarse y entablar conversación con más personas.
El mantel es algo que se usaba mucho en el pasado y que terminó siendo sustituido por individuales porque perdió practicidad ya que mantenerlo no es fácil.
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Los individuales entran en cualquier mesa mientras el mantel, para que quede lindo, tiene que estar hecho a medida con la caída ideal para cada mesa.
Si no contamos con alguna porcelana fina y delicada, damos el toque de color y elegancia con los individuales que pueden ser lisos o coloridos, pero que vistan la mesa con personalidad. Individuales de color, vajilla blanca y un centro de mesa creativo y listo, tenés una mesa encantadora. ¿No tenés un florero? Una canasta de mimbre con follaje de los árboles del parque cierra el escenario.
Recordá que los centro de mesa no deben superar la altura de los ojos para que los comensales se miren con facilidad.